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Cuando Caroline McNulty recibe un amuleto vikingo de la herencia de su difunta tía abuela recuerda los suntuosos cuentos de amuletos de amor mágicos, los dioses nórdicos y los finales felices-por-siempre-jamás. Por supuesto desde que la mentirosa rata bastarda de su ex-marido la dejó por una delgada modelo más joven las navidades pasadas, Caroline sabe de primera mano que los cuentos de hadas se hicieron para deslumbrar a los niños.
Al menos, eso es lo que piensa hasta que un enorme y valiente vikingo casi desnudo aparece en su puerta y le dice que quiere jugar.
Su mal inglés tiene poco sentido, pero vestido con pieles, el casco de Brunhilda y equipado con espada y escudo, es la encarnación de sus fantasías sexuales. Así que este es el regalo de despedida de la tía Helga, piensa Caroline. Un hombre enviado para aligerarle la tristeza vacacional. Bueno, ¿por qué no? al fin y al cabo, los hombres buscan prostitutas todo el tiempo... y dios sabe que hace mucho tiempo que Caroline no se da un rebolcón. El vikingo debió haber pasado el curso "Orgasmo 101" con gran éxito en la escuela de acompañantes, porque sabe exactamente como satisfacer a una mujer.
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